Según el Currículo Nacional peruano (Ministerio de Educación, 2016) uno de los criterios del perfil de egreso es “El estudiante se reconoce como persona valiosa y se identifica con su cultura en diferentes contextos”. Si bien se espera que se trabaje en el desarrollo de determinadas competencias para que finalmente el estudiantado se reconozca como persona valiosa, no siempre se trabaja y respeta su desarrollo ni se generan espacios seguros para propiciar ese mismo desarrollo en todo el alumnado.
Es una realidad que la población LGBTIQ+ ha sido históricamente vulnerada, incluso desde que somos pequeñas/os y en espacios que se supone deben ser seguros y deberían promover nuestro desarrollo. Precisamente el estudiantado LGBTIQ+ se enfrenta a barreras y dificultades para lograr las competencias esperadas, como lo mencionado al inicio de este texto. Según el Estudio sobre Clima Escolar en el Perú (Promsex, 2016), siete de cada diez estudiantes (gays, lesbianas, bisexuales y trans) informaron que sintieron inseguridad en su colegio debido a su orientación sexual. Esta inseguridad se genera porque se enfrentan a diversos tipos de violencia, desde comentarios ofensivos hasta incluso violencia física.
A pesar de que toda la información que aporta el estudio mencionado es reveladora y a la vez dolorosa, hay un dato que me generó mayor indignación y que motiva el presente artículo. Según la misma fuente, los comentarios ofensivos también provienen del profesorado o del personal escolar. Casi ocho de cada diez estudiantes (79.1%) manifiesta haber escuchado alguna vez dichos comentarios por parte de estos actores, y un 19.6% identifica una alta frecuencia en ello. El hecho de que las y los docentes participen en la reproducción de actitudes discriminatorias es motivo de gran preocupación, ya que es justamente este grupo quien tiene la responsabilidad de prevenir y detener cualquier forma de violencia o clima hostil homofóbico, lesbofóbico, bifóbico y transfóbico.
El profesorado tiene el deber de generar espacios de aprendizaje que permitan el desarrollo de todo el estudiantado sin diferencias. Esto implica que el estudiantado sienta que su espacio o contexto educativo es seguro y que este no le genere preocupaciones, inseguridades, miedos o rechazo. Lamentablemente, una de las consecuencias de que el estudiantado se sienta inseguro en su colegio es que se incrementa el ausentismo, lo cual a su vez incrementa el retraso escolar e incluso la deserción.
Frente a esta problemática, lamentablemente en Perú no tenemos muchos avances, pero sí contamos con lineamientos o normativas que protegen los derechos de las niñeces y adolescencias para vivir y desarrollarse libres de violencia. Por ejemplo, tenemos el Enfoque de Igualdad de Género, que aunque requiere revisión para salir del establecimiento binario, aporta lineamientos para procurar el desarrollo del estudiantado sin discriminación de género. También contamos, desde hace más de once años, con la llamada “Ley antibullying”, ley Nº 29719, que promueve la convivencia sin violencia en las instituciones educativas. Esta ley prohíbe en todas sus modalidades el acoso escolar cometido por el estudiantado; también se indica que cada institución educativa debe contar por lo menos con un psicólogo, encargado de la prevención y el tratamiento de los casos. Esto último sufrió una modificación en el año 2012 por una cuestión de presupuesto que hacía improbable lograrlo. La normativa, aunque pone sobre la mesa frenar el bullying, no es muy efectiva porque no se enfoca en acciones preventivas sino de castigo frente a casos de bullying; además, no especifica situaciones de bullying homofóbico.
Sin duda, las normativas y lineamientos con los que contamos requieren revisión y actualización especificando la situación y necesidades del estudiantado LGBTIQ+. Sin embargo, por un lado, puede ser un punto de partida para que el profesorado empiece a trabajar en estrategias, acciones y medidas no solo reactivas sino también de prevención. Por otro lado, son un fundamento de defensa de los derechos de las niñeces y adolescencias LGBTIQ+.
En este punto, les recuerdo a quienes realizan trabajo docente que el lograr reconocerse como persona valiosa es algo que deberían poder lograr las niñeces y adolescencias sin discriminación. Es por eso que comparto algunas acciones que podríamos realizar para empezar a trabajar en la prevención de cualquier tipo de violencia contra el estudiantado LGBTIQ+ y generar espacios educativos seguros.
Algo imprescindible es evaluar nuestros propios sesgos y prejuicios. Explorar nuestra historia y nuestros contextos nos puede ayudar a identificar nuestras propias creencias y prejuicios. Reconocer que esas creencias y prejuicios afectan nuestro quehacer educativo y pueden generar daño en nuestro estudiantado es necesario para dirigirnos al cambio, de este modo podemos ser personas en las cuales nuestro estudiantado identifique apoyo, escucha y seguridad.
Actuar ante todo comportamiento y lenguaje homofóbico. Es necesario que generemos un ambiente de cero tolerancia frente a las manifestaciones de violencia homofóbica. Si nuestro estudiantado ve una actitud permisiva en nosotras/os como docentes, entonces eso les permitirá continuar y escalar las manifestaciones de violencia.
Adaptar el currículum y contenidos para que sean inclusivos en asuntos LGBTIQ+. El contenido que generamos y las adaptaciones que hagamos a los recursos deben apuntar a no generar discriminación por orientación e identidad sexual. Si nuestras planificaciones o diseños están pensados para generar espacios seguros, entonces eso se verá reflejado en la práctica.
Involucrar a toda la comunidad educativa. A pesar de que muchas de las acciones las podemos generar en el aula, es necesario que hagamos sinergia y que las acciones para generar espacios seguros para estudiantes LGBTIQ+ se ejecuten a todo nivel en la comunidad educativa. Esto implica la promoción e implementación de políticas y prácticas no discriminatorias.
Las acciones anteriores son solo algunas de las que podemos implementar en nuestro quehacer pedagógico, considerando que previamente se requiere evaluar el contexto en el que nos encontramos, la posibilidad y alternativas más adecuadas precisamente para ese contexto. Actualmente se cuenta con una variedad de recursos y espacios a través de los cuales podemos seguir aprendiendo y finalmente construir espacios cada vez más seguros para todo nuestro estudiantado. Recordemos que como docentes podemos ser la persona segura para un/a estudiante que está sufriendo discriminación solo por ser quien es, entonces ¿Qué docente quieres ser tú?
Lima, 20 de julio 2023