Liliana Galván / EDUCACCIÓN
Desde el informe de Delors, el concepto de competencias tuvo un giro en la forma que lo concebimos. Una educación por competencias nos aproxima hacia la búsqueda del “ser” que solo se encuentra cuando el estudiante “vive y convive” a través de las experiencias que se diseñan. Por otro lado, el Arte es un aprendizaje complejo, que no se podría alcanzar con un enfoque por objetivos en el que todo queda fragmentado para una segunda etapa de aprendizaje cuando el alumno tenga el tiempo de acomodar todos esos aprendizajes en pequeños “insights” y grandes aprendizajes.
En estos días el “Conectivismo” y la Era del Aprendizaje digital nos aproxima a nuevos modelos de aprendizaje en medio de la simultaneidad, del pensamiento polifónico, de la mente “mosaico” del niño o adolescente, en donde se crea desde un pensamiento colectivo, conectado, y más holístico que nunca. Desde esta perspectiva, la educación por el arte aparece como un medio para que el niño/a construya obras únicas, dentro de un colectivo que no cesa de crear. Su producción será parte de una tendencia que a su vez cambiará muy rápidamente. Además de aportar en procesos constructivos colectivos y de seguir conectando conocimientos previos en cada apreciación estética.
Ser competente en el arte, será ser competente –de acuerdo al nuevo currículo de educación básica- en “percibir, en contextualizar, en reflexionar, en explorar, en desarrollar procesos creativos y en socializar. No va a ser competente en “actuar” o “dibujar” o “danzar”. Eso se lo dejamos a las Escuelas de Formación Artística. Nosotros estamos apostando por una concepción de la Educación por el arte, en la que desarrolla múltiples habilidades por el arte y a través del arte.
Nuestras competencias no son títulos, como así los muestra, es por el contrario un enjambre que se expande en la medida que se desarrolla, que se interconecta y que desarrolla.
Lima, 12 de junio de 2016