Kimberly Alarcón Rojas | EDUCACCIÓN
Primer acto: las frases motivacionales
Dicen que viajar tiene el efecto mágico de abrirte los ojos y de ampliar tus horizontes, que perderse es la mejor manera de encontrarse, que para triunfar en la vida el secreto es la actitud ganadora o que si pones esfuerzo en algo obtendrás resultados. Si bien este tipo de frases motivacionales pueden ser el mensaje faltante para animarse a hacer algo, usualmente avanzar las fronteras de la zona de confort y lograr hacer lo necesario para alcanzar un objetivo implica algo más que solo eso. Viajar no sirve de nada si, sin importar en lugar en el que se esté, igual se replican las condiciones de vida (y privilegios), perderse no ayuda a encontrarse si no se sabe qué se está buscando, tener actitud ganadora no sirve de nada si solo sirve para alimentar el ego y no siempre esforzarse más en hacer algo te saca del camino errado en el que se está persistiendo. Hay algo menos vistoso, pero más acertado que puede ayudar a predecir mejor las posibilidades de desarrollo o superación: el capital social acumulado.
Segundo acto: la teoría social
La definición de Capital Social no es unívoca y diversos sociólogos, incluso desde antes del siglo XX, se han referido a ella utilizándola como herramienta para el análisis social. En este artículo adoptamos la definición que Pierre Bourdieu le da al Capital Social: “el conjunto de los recursos reales o potenciales que están vinculados a la posesión de una red duradera de relaciones más o menos institucionalizadas de conocimiento mutuo y reconocimiento” (Bourdieu, 1986 p.248). Esta perspectiva de red puede identificar dos tipos de vínculos, aquellos vínculos de unión (entre individuos de similares procedencias o características sociales) y vínculos de puente (entre individuos de procedencias o características sociales diferentes), o para decirlo en otras palabras: la fortaleza de tus relaciones sociales con personas que se parecen a ti (familia, amistades del colegio o del barrio) y la fortaleza de tus vínculos con quienes no se parecen a ti (amistades de profesiones distintas, de nivel socioeconómico diferente o lugares diferentes). Mientras los miembros de la red tengan más acceso real o potencial a recursos favorables para tu desarrollo, eres menos vulnerable a caer o permanecer en serios problemas.
Tercer acto: un serio problema social actual
Estamos en un serio problema que viene de hace décadas y que ahora está mostrando sus lados más complejos y decepcionantes. La crisis política actual en el país no nace con los resultados de las últimas elecciones, sino que es reflejo más bien de una crisis social de ciudadanía que venimos arrastrando desde hace tiempo. Las personas que se encuentran ahora en el poder, desde el Congreso de la República o desde el Ejecutivo, recurren a sus redes de similares para ganar legitimidad y de diferentes para ganar permanencia. El problema parece ser que ambas fuentes carecen de lo mismo: real interés y voluntad por resolver los problemas que afectan nuestra estabilidad democrática.
Con la serie de decisiones desastrosas que han tenido, hasta se han tumbado el piloto automático que parecía existir en algunas instituciones del Estado que, cual si fuese el ángel guardián de este golpeado Perú, se encargaba de garantizar los mínimos de funcionamiento, como para mantener el vuelo sin demasiados sobresaltos. Ahora el botín es el Estado, ahora éste se volvió un descampado en el que la corrupción juega y corre libre y cuando es detectada solo se cambia de jugador, pero se mantiene el juego infame. ¿Cómo salir de ello? ¿Cómo romper el círculo vicioso? En mi opinión, salir de este camino en círculos no es simple y se va a tener que empezar por otro lado, no por quienes buscan su cuota de poder en el gobierno, sino por quienes suelen querer estar más alejados de él: la academia de mente abierta y socialmente responsable.
Cuarto acto: la alternativa que sí se puede controlar y que permite aportar a la mejora.
Existen profesionales en el país formados en las mejores universidades de la capital y las regiones, que se han empeñado en ir más allá especializándose en universidades nacionales y extranjeras y que han ascendido, a punta de mucho esfuerzo, becas, estipendios o fondos propios, en la escala académica y también social. Pero el problema es que todos estamos acostumbrados a la lógica del ascenso, a la idea del “ir por más” a lo Ícaro sin pensar mucho en lo que se deja atrás, en de dónde venimos y la contribución a la comunidad local cuando lo que se necesita es un cambio de perspectiva.
Esta es mi propuesta: cooperar y compartir para formar ciudadanía. Salir de nuestro centralismo político y académico para conformar redes de trabajo y debate con colegas en regiones, crecer hacia arriba, pero aportar también hacia adentro. Sacudir nuestra red y aprovechar nuestro capital social para aportar al de otras personas, teniendo en cuenta que al aportar también se aprende y que en ese ínterin la red se agranda y fortalece.
Esto implica relajar nuestra obsesión con el éxito individual para dar paso a pensar en éxitos colectivos o de comunidad, democratizar el conocimiento, vencer el ego, abrir los círculos usuales de conversación y de debate y mantener una actitud constructiva para que del tejido de esa nueva red salgan los nuevos líderes que desde hace tiempo nos hacen falta: mujeres y hombres comprometidos con su comunidad y con mejores herramientas para manejar y dominar los efectos que el poder ejerce en las mentes débiles o individualistas.
Una idea de inicio: si todavía tienes la fortuna de hacer trabajo remoto, hazlo desde una casa que no sea la tuya, intenta hacerlo desde otro distrito muy diferente al tuyo o desde otra región y ahí busca conocer la cotidianidad de ese nuevo espacio y comunidad e identificar la manera aportar positivamente a ella usando tu cúmulo de recursos reales o potenciales, es decir, echa mano de tu capital social para fortalecer el de otros. Quizás así, empezando por otro lado, tengamos nuevas chances de rescatar y proteger al país no solo para nosotros, sino también para quienes vienen.
Lima, 12 de abril de 2022
Este artículo está dedicado a Pepe y Lucho, profesionales muy destacados cada uno en su materia y generosos con sus experiencias y aprendizajes.