Edición 73

Transitabilidad: Acceso directo a la educación superior

¿Cuántos estudiantes que llevaron cursos de formación técnica se han quedado sin la posibilidad de obtener un reconocimiento de las competencias adquiridas en su paso por la secundaria?

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Carol Vega Tupia | EDUCACCIÓN

Cuando estaba en secundaria, a partir de tercer grado y como parte de los cursos de educación para el trabajo (EPT), enseñaban mecanografía, electricidad y costura. Yo llevé el curso de mecanografía. Hasta ahora recuerdo el sonidito de las teclas de la máquina de escribir y de las decenas de oficios y cartas que nos hacían tipear. Una de mis hermanas llevó el curso de costura, ella aprendió a hacer blusas, faldas e incluso edredones. Mi colegio, como todo colegio público tenía algunas necesidades, por ejemplo, máquinas adecuadas y en cantidad suficiente. En el caso de costura y electricidad, los estudiantes se turnaban para hacer uso de ellas y, aún con esas deficiencias, los estudiantes aprendíamos. Quizá no todo lo que debíamos, pero sí todo lo que pudimos con los recursos con que contábamos.

Mis compañeros y yo -al igual que miles de estudiantes de este país- no habremos tenido recursos tecnológicos de última generación, pero nuestros profesores tenían ingenio y buena voluntad, daban lo mejor de ellos para que sus estudiantes aprendan y eso siempre merecerá mi respeto y admiración. Pero hoy necesitamos más que buena voluntad. Necesitamos mayor inversión en nuestros estudiantes de educación básica, en su desarrollo humano y social, en oportunidades para la mejora de su calidad de vida. Eso pasa por mejorar la empleabilidad de los egresados en sus diferentes modalidades.

De la educación básica a la educación superior

El 8 de junio, mediante RVM N°176-2021, se aprobó el documento denominado “Disposiciones que regulan la transitabilidad entre las instituciones educativas de Educación Básica, Técnico – Productiva y Superior Tecnológica”. Su objetivo: “desarrollar la transitabilidad de los estudiantes y egresados de la Educación Básica hacia la Educación Técnico-Productiva y la Educación Superior Tecnológica, a través de procesos que favorezcan la articulación entre instituciones educativas, contribuyendo a su formación integral y a su inserción en el mundo laboral”.

Recordemos que está próxima la implementación del Marco Nacional de Cualificaciones del Perú (MNCP), un instrumento de política que pretende contribuir a la portabilidad de las competencias y la libre transitabilidad de las personas por los distintas modalidades, ciclos y niveles de formación (formal e informal). Luego, involucrarlo en las distintas acciones de política educativa, como las derivadas de la norma técnica antes aludida, es de vital importancia para asegurar acciones coherentes con su propósito. En esa perspectiva, podemos advertir que la norma técnica vislumbra la ruta de implementación del MNCP, en tanto promueve y permite el reconocimiento de aprendizajes y favorece el continuo desarrollo de competencias para la empleabilidad identificando diferentes rutas formativas.

Una estrategia para el logro de las competencias “no logradas”: ¿El verdadero acceso a la educación superior?

Tenemos por un lado el MNCP y por otro la norma técnica de transitabilidad. Sería importante que en el proceso de implementación de esta norma se genere una estrategia que permita a los egresados de la educación básica -en el marco de su transición a un CETPRO o IEST (incluso más adelante podríamos pensar en el nivel universitario)- contar con un mecanismo para el logro de ciertas competencias que han evidenciado dificultades en su desempeño.

La norma de transitabilidad tiene como una de sus alternativas para viabilizar la transitabilidad a la evaluación de desempeño[1] – que se corresponde con el enfoque de competencias-. Esta evaluación se realiza para reconocer las competencias que porta la persona. En razón de ella se determina la ruta o trayectoria formativa que seguirá para complementar su formación técnica en un programa de estudios de la Educación Productiva o Superior Tecnológica.

No es una evaluación para otorgar un certificado de competencia. Es una evalaución que sirve para “complementar su formación técnica”. Se esperaría que el alcance de su evaluación considere a todos los componentes[2] involucrados (competencias técnicas, competencias para la empleabilidad y experiencias formativas en situaciones reales de trabajo[3]). Dicho esto, necesitamos preguntarnos ¿Cuál es el tratamiento que se dará a las competencias que no han sido logradas?, si lo que queremos es garantizar la permanencia de los estudiantes y el éxito en su desarrollo académico y profesional. Porque armar una ruta formativa no resuelve el tema de fondo.

Este aspecto es sumamente importante, dado que, como sabemos, los estudiantes egresados de la educación básica presentan dificultades en el logro de las competencias que le son exigidas en su perfil de egreso, dificultades que son arrastradas a la educación superior y que causan frustración y deserción, además, de pérdida de recursos económicos para el estado.

En la investigación “Ser joven en el Perú: educación y trabajo” de Franco y Ñopo (2018), señalan:

«El desarrollo de habilidades relevantes entre los jóvenes pobres es aún una tarea pendiente. La buena noticia es que estudios recientes revelan que las habilidades son moldeables incluso después de los primeros años de formación. Esto significa que nunca es tarde para trabajar en el desarrollo de estas habilidades. Para moldear las habilidades de los jóvenes se necesitan esfuerzos conjuntos del sis­tema educativo —primaria, secundaria, técnica y universitaria— y del sistema de capacitación profesional».

Tomando la alusión que hacen los autores a los necesarios esfuerzos conjuntos del sistema educativo, y en el marco de la norma de transitabilidad, podríamos afirmar que el desarrollo de la estrategia para el logro de las competencias “no logradas” alude la participación directa y activa de las diferentes direcciones involucradas. En principio, se debería prestar especial atención al desarrollo curricular que viene desarrollando la educación básica en temas de formación técnica y hacer la vinculación con los instrumentos que son utilizados por los siguientes niveles (Técnico Productivo y Superior tecnológico). Ese es un punto de partida. Los estudiantes pueden ser parte de esta estrategia antes de egresar de la educación básica.

Las empresas contratan a egresados de educación básica

Según la Encuesta de Demanda Ocupacional (EDO) 2021, las empresas buscan contratar personal de los siguientes niveles educativos:

Un total de 6,314 empresas contratarían a egresados de educación básica[4] en un porcentaje de 66.6%; 5,145 empresas contratarían a un profesional univeristario representando un porcentaje de 12.3%; 1,439 empresas contratarían a un profesional técnico representando un porcentaje de 15.1%; 1,021 empresas contratarían a un técnico representando un porcentaje de 3.4% y 27,806 empresas contratarían a un técnico básico representando un porcentaje de 2.4%.

Habiendo visto estos datos de la demanda laboral, veamos ahora los datos que señala la Evaluación Censal de Estudiantes (ECE, 2019):

«Bajos logros del aprendizaje de los egresados de la educación básica. De acuerdo con los resultados de la Evaluación Censal de Estudiantes (ECE) de 2° de secundaria en matemática correspondiente al año 2019, el 33% de estudiantes obtuvo el nivel “previo al inicio” y solamente el 17,7% obtuvo nivel “satisfactorio”. Con respecto a los resultados en compresión lectora, el 14.5% de estudiantes se encuentra en el nivel “satisfactorio”. Los resultados de la ECE a nivel regional nos muestran resultados críticos. Para la evaluación de lectura, los niveles más bajos se identificaron en Loreto (4,1%), Huancavelica (5,6%) y Ucayali (6,6%). Por otro lado, los resultados más bajos de nivel satisfactorio para la evaluación de matemática se concentraron en Loreto (1,9%), Ucayali (4,1%) y Huancavelica (6,0%). Finalmente, los resultados más bajos de nivel satisfactorio para la evaluación de ciencia y tecnología se concentraron en Ucayali (2,3%), Tumbes (3,6%) y Tacna (3,6%)».

Ante este panorama, ¿será o no necesario remirar la educación básica con formación técnica? Claro que sí, las empresas lo señalan y los datos hablan por sí solos. Contribuyamos a que nuestros jóvenes sean parte de la Población Económicamente Activa – PEA, pues en muchos hogares en condición de pobreza la educación básica es lo más accesible.  En la investigación “Ser joven en el Perú: educación y trabajo” se señala que: “cada vez menos jóvenes pobres son parte de la PEA. Dentro de la pobreza, cada vez van quedando jóvenes pobres “más profundos”, que no estudian y tampoco buscan trabajo (porque no encuentran)”. Ellos nos hablan de los ninis: los jóvenes que no estudian ni trabajan.

Hugo Ñopo, en un artículo para Educacción (2018), menciona: “La juventud es un momento especial en la vida en el que los dos canales más importantes de acumulación de capital humano, la educación y el trabajo, están activados. Es durante este periodo que las personas aprendemos a transitar del mundo de la escuela al mundo del trabajo. Antes de este periodo el énfasis está en la escuela, después el énfasis está en el trabajo.”

Estos dos canales de acumulación de capital humano, que menciona Ñopo, son el estrecho que debemos vincular desde las aulas. En principio, cerrar el desfase entre las competencias que logra el egresado de la educación básica con el perfil de ingreso requerido los siguientes niveles de  formación como son los Centros de Educación Técnico Productivo (CETPRO), Institutos/ Escuelas de Educación Superior Pedagógica (IESP-EESP), Institutos/ Escuelas Educación Superior Tecnológica (IEST-EEST) y Educación Superior Universitaria (ESU). Y, a su vez cerrar el desafase de las competencias de los egresados de la educación superior con las competencias demandadas en los puestos de trabajo[5]. Esto es pertinencia de la oferta, es optimización de la oferta e implica el cierre de brechas de la condiciones básica de calidad.

El actual gobierno tiene una meta, una meta loable, sin duda, pero para llegar a ella es preciso sanar, enmendar las bases de las columnas centrales de la formación, la educación básica. La Educación Básica Regular, Educación Básica Alternativa, Educación Básica Especial y la Educación Rural. Algunos se preguntarán: ¿la educación especial? Sí, la educación especial. Según la EDO, 2021, habrían 3,929 personas con discapacidad que serían contratadas.

La educación universitaria no es la gallina de los huevos de oro. El país tiene una alta demanda de técnicos, como lo señalan los datos que se presentan en la Política Nacional de Educación Superior y Técnico-Productiva (PNESTP):

Es urgente promover pertinencia y diversidad en las trayectorias educativas en la ESTP. En el Perú, la matrícula de la ESTP se concentra en la educación superior universitaria (65,8%), sin embargo, la demanda de profesionales universitarios es solo del 20,4%, en comparación con los perfiles técnicos y tecnológicos, que alcanzan en conjunto una demanda del 79,6%. En contraste, en países vecinos como Chile y Colombia, donde también existe una gran demanda vinculada a la educación técnico-productiva, la matrícula total promedio es del 40%, mientras que en nuestro país alcanza solo al 10% de la población.

Veamos, según la EDO, 2021, cuáles serían las ocupaciones más requeridas por nivel educativo (relativo):

Como observamos, las ocupaciones más requeridas se encuentran en los niveles técnicos y en básica. En orden de prioridad las ocupaciones se corresponden a los siguientes niveles: 1. Técnico nivel medio; 2. Técnico nivel básico; 3. Educación básica; 4. Profesional técnico y 5. Profesional universitario.

Muchos estudiantes se han quedado sin la posibilidad de transitar a la educación superior y a una mejora en las oportunidades de empleo, a falta de un reconocimiento de las competencias adquiridas en su paso por la secundaria, donde llevaron cursos de formación técnica, como fue el caso de mis antiguos compañeros, que llevaron electricidad o costura. El problema, sin duda, tiene otras aristas más, como el económico, muy relevante para la transitabilidad y la permanencia de los estudiantes en los diferentes escaños siguientes a la educación básica[6]. Y el problema de este acceso se va complejizando, las personas se preguntan será que todos podrán transitar, qué sucede con las pruebas de ingreso a las que año a año miles de estudiantes postulan, cómo se manejarían las vacantes, habrían cuotas de ingreso por carrera, acceso directo (de quiénes) o acceso universal (para cuándo).

Pienso en los miles de jóvenes que año a año no logran tener acceso a la educación superior, muchos de ellos egresados de colegios públicos. Esta es una deuda que aletarga cada vez más su momento de liquidación. ¿Porqué es tan difícil para un egresado de la educación básica –con las competencias que porta, competencias que el propio sistema formativo le exige y que, además, legitima con un certificado de estudios en el que da cuenta que el estudiante está “apto” para el siguiente nivel de formación– transitar al siguiente escaño de formación, si la transitabilidlad debería ser una consecuencia natural per-se de esta ruta formativa?

Es decir, cada año miles de jóvenes que dedicaron sus poco más de 13 años transitando por la educación básica, el sistema les dice: “mira, todo bien con los trece años de tu vida por aquí, pero no posees las competencias para pasar al siguiente nivel.”. Cambiemos esto. Ya no más.

Lima, 19 de agosto de 2021

NOTAS

[1] Se encuentra en el numeral 6.8.2. Reconocimiento de la formación técnica recibida en la Educación Básica (EBR, EBA y EBE), a través de la evaluación de evidencias por desempeño.
[2] Los IEST, EEST y los CETPRO comparten los mismos componentes.
[3] En los Lineamientos Académicos Generales (LAG) de IEST y EESP (2019), se indica que las competencias técnicas son los conocimientos, habilidades y actitudes específicas, necesarias para que los estudiantes se adapten e inserten a un espacio laboral determinado para desempeñarse en una función específica. Respecto de las competencias para la empleabilidad, tenemos los conocimientos, habilidades y actitudes necesarias para desempeñarse en el trabajo a lo largo de la vida en diferentes contextos (…). Y, finalmente, respecto de las experiencias formativas en situaciones reales de trabajo, se conciben como un conjunto de actividades que tienen como propósito que los estudiantes de los IES consoliden, integren y amplíen conocimientos habilidades y actitudes en situaciones reales de trabajo.
[4] Los trabajadores con educación básica son aquellos con estudios de primaria y secundaria. Recordemos que en el caso de la EBA y la EBE es probable que aquellos que estén pasando por lo niveles equivalentes a la primaria en básica regular sean personas jóvenes y adultas.
[5] El 22% de las empresas peruanas señala que la fuerza laboral con educación inadecuada es el segundo obstáculo más relevante que enfrentan en sus operaciones (Enhat, 2018).
[6] El presente artículo no desarrolla las limitaciones en términos económicos de las famlias peruanas y que merece, sin duda, un tratamiento profundo respecto de las repercusiones y acciones que se deben considerar para su abordaje, y más ahora en el contexto de pandemia.

Carol Vega Tupia
Licenciada en Educación de la Universidad Nacional Federico Villarreal. Cuenta con estudios de Maestría en Gerencia Social (Pontificia Universidad Católica del Perú), y posgrados en Primera Infancia (Universidad Nacional Mayor de San Marcos) y Gestión Educativa (IPAE); y Gobernabilidad, Gerencia Política y Gestión Pública por la Pontificia Universidad Católica del Perú, The George Washington University y CAF - Banco de Desarrollo de América Latina. Con experiencia en el sector público y privado en ámbitos de gestión, y docencia en educación básica y posgrado. Se ha desempeñado como especialista en Formación Docente en el Ministerio de Educación. Ha integrado equipos de trabajo en consultorías sobre formación docente convocadas por UNESCO. Ha coordinado desde Enaccion SAC el equipo de consultores de diseño y actualización curricular de institutos de educación superior pedagógicos y tecnológicos, a solicitud de Procalidad.