Edición 41

Una reacción tardía del Minedu

Preocupa que el Ministerio de Educación haya mantenido silencio ante la manipulación de la que son víctimas sus estudiantes por parte de las iglesias fundamentalistas

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Eduardo León Zamora/EDUCACCIÓN

No hay nada sorprendente que en una institución colapsada como la escuela pública peruana, muchos encuentren la mejor oportunidad para abrir, con gusto, sus puertas al conservadurismo más nefasto. Cuando una institución se encuentra en ese estado de crisis, es posible encontrar muchas escuelas sin rumbo, sin valores, sin eficacia y sin conducción; expuestas a la intromisión de cualquier fuerza negativa que socava su misión formativa.

Lo que resulta un hecho preocupante es que el Ministerio de Educación, como ente rector de la educación, haya mantenido silencio ante la manipulación y el adoctrinamiento de la que son víctimas sus estudiantes por parte de las iglesias evangélicas y católica, a través de campañas ideológicas que sólo representan sus intereses particulares y no el bien común. A lo largo de varias semanas, el Ministerio de Educación no ha dicho esta boca es mía.

Recién, ante las reacciones de ciertos colectivos, instituciones y parlamentarias, el MINEDU ha sacado un comunicado un día antes de la marcha aclarando que “(…) la Marcha por la Vida no constituye una actividad pedagógica conforme a nuestra normativa. En tal sentido, la participación de los estudiantes no debe ser condicionante para una calificación o una sanción.”

Tardía, débil y floja respuesta del MINEDU. Sin la firmeza y la contundencia que amerita una reacción oficial, frente a hechos tan preocupantes como los aludidos. Apenas una aclaración frente a hechos consumados. No se anuncian medidas sancionadoras, ni se esboza crítica alguna, ni se asume una clara posición frente a las condenables actividades que se desarrollan en nuestras escuelas, por mandato del Arzobispado de Lima.

Pero no es la primera vez que tiene lugar la marcha por la “vida”. Ya en años anteriores, la iglesia católica y varias iglesias evangélicas han hecho de las suyas, sin ningún respeto por nuestras/os estudiantes, que son obligados a participar de este tipo de eventos a través de presiones, amenazas, manipulación y lavado de cerebro. Los antecedentes existentes debieron poner en alerta al MINEDU. No ha sido así. La condescendencia frene a estos hechos es alarmante.

Es extraño que el fanatismo con que las iglesias se infiltran en las mentes de nuestros niños, niñas y adolescentes en las escuelas, al mismo estilo con el que, en su momento, lo hacía Sendero Luminoso, no sea visto en su misma esencia perversa. ¿No es acaso igual de inmoral el adoctrinamiento de menores con fines de contaminación de su integridad moral y ciudadana?, ¿No es lo mismo formar a niñas, niños y adolescentes para que satanicen a quienes piensan diferente?; ¿Qué hay de diferente entre acusar a alguien como enemigo de la vida o de la revolución?  Tanto Sendero Luminoso, en su momento; como las iglesias fundamentalistas, hoy; pretenden convertir a futuros ciudadanos y ciudadanas en un rebaño fácil de tener bajo su control. Sin embargo, en un caso es obra del demonio; y en otro es del Opus Dei. El relativismo expresado en esta postura es racionalmente insostenible. Y tampoco es sostenible por razones de fe, porque se trata de problemas sociales y ciudadanos en los que la religión no debe meter sus narices, si al hacerlo atenta contra los derechos de otras personas.

El cargamontón de los grupos conservadores antidemocráticos en nuestro país no es, como señalaba, una iniciativa de hoy ni aislada. Es una campaña orquestada a nivel mundial, y con especial énfasis en América Latina, por grupos de iglesias fundamentalistas decididas a evitar que nuestras sociedades progresen hacia un rumbo más democrático con más derechos y más libertades para todos sus ciudadanos y ciudadanas. Es una arremetida contra la democracia y contra la equidad, alimentada por la misoginia y la homofobia, entre otras fobias; y por el miedo a perder el control sobre la gente  y al debilitamiento de sus opiniones dogmáticas.

No se trata de una iniciativa que es producto de la libertad de conciencia. Definitivamente, no lo es. La libertad de conciencia es, precisamente, un acto de independencia, de autonomía. La libertad de consciencia es producto del discernimiento, de nuestra capacidad crítica y de nuestro derecho a la divergencia. Todo lo contrario de lo que sucede con cualquier tipo de dogmatismo, especialmente, cuando es inoculado desde una temprana edad y sin ningún tipo de regulación o autorregulación por quienes llevan a cabo esta tarea.

Las escuelas, según nuestras normas, son centros de formación ciudadana. Y el Estado, a través del ministerio responsable, debería ser el primero en alzar la voz con lo que está pasando porque atenta contra la formación ciudadana. Tiene que sentar una postura sólida y pedagógica frente a hechos que afectan negativamente a nuestros estudiantes.

El Ministerio de Educación debe frenar lo que está haciendo el Arzobispado de Lima, que está ordenando a sus docentes de religión a que obliguen a sus estudiantes a asistir a la marcha, so pena de quedar desaprobados en el curso.  ¿Esto puede permitirlo el Ministerio de Educación? ¿Puede usarse la nota de un curso como chantaje para obligar a la participación de un mitin? ¿No es esto un clarísimo caso de corrupción en la escuela?

La educadora María Amelia Palacios lo ha expresado, claramente, hace muy poco en un post de Facebook: “¿Y la prohibición de realizar proselitismo en las escuelas públicas? El proselitismo es el conjunto de actividades que realiza una organización (aquí escuelas públicas) para ganar adeptos para una causa.” Más clara ni el agua. Se están produciendo un conjunto de actos dentro de las instituciones educativas que carecen de moral y están reñidas contra el espíritu de la educación.

La pasividad del Ministerio de Educación está permitiendo que, también en el terreno judicial, estos grupos con mil cabezas operen como una mafia para deslegitimar e ilegalizar avances curriculares en beneficio de la educación, como es la adopción del enfoque de género, tergiversando su sentido y su necesidad. El terrorismo de género, que está asesinando a mujeres y niñas en todo el país, no puede tener como respuesta a un Ministerio de Educación indiferente. Tampoco de otros ministerios. Pero el machismo es, principalmente, un tema de educación; y no es tiempo de retrocesos ni de cobardía frente al poder de las iglesias y de los partidos oscurantistas. El Ministerio nos debe una respuesta a las ciudadanas y los ciudadanos, ante los crímenes y la violencia que aumenta cada día contra las mujeres.

El ministro Dante Alfaro ha salido a hablar de valores en los últimos días, pero en otro contexto. Hay que recordarle que los valores no son globitos de helio para colgar en los libros, sino que se construyen en el ejercicio pedagógico de la comunicación abierta, el respeto a las diferencias, la tolerancia a diferentes ideas y el combate frontal del dogmatismo.

Combatir el fanatismo que se expresan en estas iglesias no es un llamado a luchar contra la libertad de credos. Cada quien tiene derecho a creer en lo que quiere. Cuando las creencias de ciertas comunidades se convierten en acciones antidemocráticas, azuzadas por sus líderes, y empiezan a afectar los derechos y las libertades de los demás, es una tarea ciudadana denunciarlas y confrontarlas públicamente.

Es por eso que extraña también que el Consejo Nacional de Educación no haya tomado ninguna postura ni haga ningún pronunciamiento frente a este abuso de las iglesias y, en particular, frente a la actuación inmoral de Juan Luis Cipriani, que no cree en ninguna autoridad educativa y se zurra sobre las normas y la ética.

Sr. Ministro de Educación. No es suficiente un comunicado. Las iglesias no son el ente rector de la educación peruana. El adoctrinamiento, la manipulación y la fanatización de las y los estudiantes son hechos reprobables en cualquier parte del mundo. El Estado y, particularmente, el Ministerio de Educación, tienen la obligación de velar por el interés superior de la infancia y protegerla. Asuma su rol de ministro y detenga este aluvión fundamentalista, antes de que arrase con todo lo que hasta ahora se ha avanzado para salir del colapso educativo. Ud. es la autoridad. Actúe como tal.

Lima, 7 de mayo de 2018

REFERENCIAS

Carta múltiple 002-18/ODEC Lima D. Arzobispado de Lima. ODEC. Dirigida a los directores de las instituciones educativas.

Comunicado del Ministerio de Educación. 4 de mayo del 2018.

Levine, D.H. (S/F) Religión y Política en América Latina La nueva cara pública de la religión. University of Michigan. En http://campus.usal.es/~dpublico/areacp/Doctorado0406/Seminario0405/Levine05.PDF

Pérez Guadalupe, J.L (2017) Entre Dios y el César El impacto político de los evangélicos en el Perú y América Latina. Konrad-Adenauer-Stiftung.  Instituto de Estudios Social Cristianos (IESC) Lima.

 

Eduardo Leon Zamora
Licenciado en Educación Primaria y magíster en Investigación Educativa. Trabaja como consultor independiente en diversos temas educativos: Currículo, formación docente, políticas educativas, EIB, Educación Ciudadana, Educación Inclusiva, Afroeducación, Educación para la Diversidad Sexual, Evaluación y Metacognición. Estudió en la Pontificia Universidad Católica del Perú y en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano de Chile. Ha trabajado en La Casa de Cartón, en el colegio Madre Admirable de El Agustino, con los Huch´uy Runa del Cusco, KALLPA, TAREA, MINEDU, UNICEF, USAID/PERÚ/SUMA. Actualmente, trabaja en una investigación con el CISE-PUCP sobre el desarrollo de la identidad afroperuana; y con GRADE, sobre los «Efectos de la ECE en las prácticas docentes».