Juan Vargas Sánchez / El Comercio
En los ránking basados en el portal Ponte en Carrera del Ministerio de Educación, es muy raro encontrar a egresados jóvenes de una universidad pública entre los mejor pagados. ¿A qué se debe esto?
Para elaborar esos ránking, Ponte en Carrera toma en cuenta los sueldos que ganan los jóvenes de hasta 29 años de acuerdo a cada profesión, pues en ellos el sueldo refleja en mayor proporción el prestigio del centro de estudio en el que se estudió antes que la experiencia o el desempeño laboral de cada profesional. Y allí salen ganando continuamente un grupo de universidades privadas. Dos especialistas consultados dicen que las universidades públicas tienen una tarea pendiente para mejorar la empleabilidad de sus egresados, pero también los profesionales pueden elevar su relacionamiento laboral. Aquí sus reflexiones.
Karlos La Serna Studzinski, profesor e investigador de la Universidad del Pacífico señala que el mercado laboral premia a las universidades privadas “sin fines de lucro” porque reinvierten sus ganancias en capacitación docente, mejora de infraestructura, tecnologías de información y sistemas, etc; dando como resultado una educación de mayor calidad.
“Ello no niega que diversas universidades públicas realicen enormes y exitosos esfuerzos por ofrecer una educación de calidad con el menor financiamiento estatal que reciben”, sostiene. De hecho, el mercado laboral reconoce este nivel educativo por encima del que ofrecen “universidades con fines de lucro”, aunque con algunas excepciones notorias. Como reflejan los rankings publicados en las últimas semanas por El Comercio, centros de estudios con fines de lucro como la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC) y la Universidad San Ignacio de Loyola también se ubican en las posiciones más altas en varias carreras. De hecho, en Negocios Internacionales e Ingeniería Civil, la UPC lidera.
OTRAS COMPETENCIAS
La Serna señala que otro factor que influye en las remuneraciones de los egresados universitarios son factores vinculados al estudiante y su entorno. “La red de contactos laborales del estudiante y su familia, así como las oportunidades de empleo que ofrecen las oficinas de contacto con el mercado laboral de las universidades pesan”, indica.
A ello, agrega las denominadas “competencias blandas” que ha desarrollado el egresado dentro o fuera de la universidad: trabajar en equipo, habilidades comunicativas, pensamiento creativo, habilidades de interacción social, etc. “Estas competencias son demandadas por las empresas más importantes del país y las primeras en incorporarlas, de diversa forma, en sus planes de formación han sido las universidades privadas de mayor prestigio”, indicó.
El conocimiento de inglés –que las universidades de mayor prestigio exigen con mayor celo a sus egresados- influye también en las posibilidades de los egresados para trabajar en empresas que pagan mayores sueldos.
TAREA DE LAS UNIVERSIDADES
“No se trata de una predilección del mundo laboral por algunas universidades privadas, sino que simplemente diversas universidades públicas aún no han incorporado, en sus planes de formación, a las competencias blandas, pues se han concentrado más en la parte técnica de sus carreras”, sostiene La Serna.
“Para ser más competitivas, las universidades públicas no solo deberían enseñar Ingeniería al ingeniero, Contabilidad al contador o Derecho al abogado, sino que deberían introducir en sus planes de formación espacios que desarrollen competencias blandas como el trabajo en equipo, las relaciones interpersonales o las habilidades comunicativas, en todos sus egresados, sin importar su carrera o campo disciplinar”, sugirió.
PRESTIGIO PÚBLICO
Ernesto Rubio, gerente general de Ronald Career Services Group, consultora en transición laboral, gestión de carreras y coaching ejecutivo, afirma que el prestigio de San Marcos o la UNI es bastante alto y considerado en América Latina; pero son entidades que deben trabajar para superar algunas cargas que hacen que sus egresados no reciban similar trato salarial respecto a sus competidores provenientes de universidades privadas.
Además, Rubio señala que sobre la universidad pública peruana pesan algunos mitos negativos que los propios centros de estudio deben trabajar por erradicar. “Se cree que por ser del Estado tienen una peor calidad; además, son vistas como instituciones propensas a las huelgas o a movimientos radicales. Los potenciales empleadores privados piensan y se dicen, ‘yo no quiero traer problemas a mi empresa’; y lo hacen por un factor meramente perceptivo”, hace ver.
“El márketing intensivo cumplió su objetivo en contra de la universidad pública y a favor de algunas universidades privadas de prestigio”, señala Rubio.
FACTOR PERSONAL
Rubio dice que los mismos profesionales también influyen en la remuneración que reciben y critica el comportamiento del egresado de la universidad pública en la entrevista de trabajo o el cierre de contratación, momento crítico de la negociación salarial.
“El candidato de una universidad nacional no ostenta su título con el valor que se merece. Lo siente devaluado y no pone en valor el haber sido formado por docentes con más de 4 décadas de experiencia, el foco en la investigación y lo creativos y recursivos que los han vuelto al trabajar con escasez de recursos. La pericia técnica de ellos no se compara con la de cualquiera de una universidad privada, pero no la ponen en valor en las entrevistas laborales”.
Rubio sostiene que la auto-estima profesional de los egresados de universidades nacionales esta devaluada. “Ese es un factor peyorativo para una buena negociación”, dice.
Peor aún, dada la escasez de oportunidades laborales, y ante la necesidad económica, el candidato de universidad nacional acepta posiciones para las que objetivamente está sobre-calificado.
Rubio dice que esa desventaja puede acrecentarse conforme las universidades privadas siguen haciendo márketing a su favor, en tanto que la universidad pública no aborda el tema.
Fuente: El Comercio / Lima, 28 de abril de 2017