Owan Lay González | EDUCACCIÓN
La siguiente Ministra o Ministro de Cultura tendrá que enfrentar un conjunto de retos y desafíos para echar andar el sector que para muchos carece de importancia; sin embargo, es relevante no solo para la vida política nacional, sino también para la preservación de nuestra identidad y cultura nacional.
La gestión del sector cultura es una tarea por demás compleja, pues supone velar por la gestión y salvaguardia del patrimonio material e inmaterial, la promoción de las industrias culturales, la gestión de las políticas interculturales en el Estado con el fin de promover una ciudadanía intercultural y fortalecer la identidad nacional, con un presupuesto para el sector que significa al rededor del 0.03% del presupuesto nacional para el año 2019.
Uno de los primeros desafíos que deberá enfrentar quien ejerza la titularidad de dicha cartera, será la culminación de la Política Nacional del Cultura. A casi 9 años de la creación del Ministerio, dicha tarea es todavía un gran pendiente. La política Nacional es equivalente al ADN del sector, entrega las principales líneas estratégicas de acción y contribuye a consolidar su institucionalidad.
Así mismo, tendrá como tarea desarrollar y perfeccionar las estrategias para una gestión efectiva del patrimonio, vinculada a la gestión de bienes culturales tangibles (muebles e inmuebles) en todo el territorio nacional, en especial para salvaguardar nuestro patrimonio monumental. Aquí es indispensable repensar en cómo involucrar a los gobiernos regionales y locales, así como al sector privado para contribuir con esta titánica tarea de poner el valor dichos bienes culturales, sin que esto signifique una privatización de la cultura, sino más bien que refleje el involucramiento de diferentes actores sociales para su recuperación y preservación.
Además, será necesario mejorar las acciones para garantizar el derecho al acceso a la cultura, lo que deberá incluir un fortalecimiento de la red de museos nacionales, modernizándolos e invirtiendo en nuevas tecnologías tal como en los mejores museos del mundo, como parte de los objetivos a miras del bicentenario. Además de fortalecer, en toda la cadena de valor, a los Elencos Nacionales promoviendo su desplazamiento por todo el país, pues no solo garantizan el derecho al acceso a la cultura (o una parte de ella) sino que también son un vehículo eficiente para visibilizar nuestra riqueza y diversidad, y transmitir identidad nacional.
Una tarea a la que hay que colocarle una fina atención es al patrimonio Cultural Inmaterial (PCI) pues representa valores, conocimientos y saberes ancestrales en diferentes ámbitos de la vida de nuestras sociedades (música, danza, artes, literatura, tradición oral, culinarias, entre otros). Fortalecer las medidas de salvaguardia del PCI significará poner en valor los sistemas de conocimientos y saberes ancestrales, fomentará el respeto a la diversidad cultural, facilitará la inclusión social y, sobre todo, garantizará la transmisión de aprendizajes y soluciones sostenibles para mitigar un conjunto de problemas actuales sobre la base de los conocimientos tradicionales.
Profundizar en las medidas de fomento de las industrias culturales, será fundamental para quien asuma la cartera, pues esta industria tiene un gran valor estratégico. Es capaz de impactar de manera positiva en las economías locales, regionales y a nivel nacional, dado que incentiva la creación de empleo, el consumo, el turismo, la inclusión social y por supuesto la inversión, como lo vienen demostrando las cuentas satélite de cultura en la región. Para ello será necesario dar continuidad a lo avanzado hasta el momento, fomentar la articulación con otros sectores del Estado y potenciar la ley del mecenazgo, con el objetivo de generar las condiciones necesarias para hacerla competitiva en el mercado internacional.
No cabe duda que la gestión intercultural es uno de los retos más desafiantes que tendrá que gestionar el nuevo titular de Cultura. No solo por la novedad de la temática dentro del sector público, sino por los avances demostrados en los últimos años en la promoción y protección de los derechos individuales y colectivos de los pueblos indígenas y afroperuanos, para lo cual ha sido necesario derrumbar progresivamente un conjunto de barreras estructurales a fin de posicionar la necesidad de tener políticas públicas específicas para estos sujetos de especial protección y así asegurar su inclusión social e igualdad sustantiva.
En este marco, para lograr el desarrollo de políticas interculturales transversales en todo el Estado, será necesario comprender que el Viceministerio de Interculturalidad brinda un servicio público intermedio de gobernabilidad y gobernanza, que contribuye a mejorar la implementación de las políticas públicas con enfoque intercultural. En tal sentido, su diseño organizacional debe responder a su nueva lógica de actuación.
De aplicarse dichos cambios, se habrán colocado los cimientos para la construcción de una ciudanía intercultural que valore positivamente nuestra diversidad. Esto no solo supone desarrollar un corpus normativo, significa también articular con diferentes actores sociales (gremios, entidades públicas, medios de comunicación) a fin de promover nuevos valores culturales que eliminen progresivamente el racismo y la discriminación en nuestra sociedad. Con ello se habrá contribuido a sentar las bases para un nuevo contrato social en el Perú a doscientos años de nuestra independencia
Adicionalmente, será ineludible impulsar un conjunto de reformas en tres órganos adscritos al sector: el Archivo General de la Nación (AGN) y la Biblioteca Nacional del Perú (BNP), organismos que requieren continuar con sus procesos de mejora y modernización, de manera que se garantice tanto el acceso a más personas, como la mejora de sus medidas de seguridad para evitar las fugas de patrimonio. Al mismo tiempo, es necesario promover un conjunto de reformas para que Radio Nacional y TVPerú, se conviertan verdaderamente en medios de comunicación públicos y no de Gobierno; y que, con independencia, veracidad y estándares calidad, contribuyan a la formación de ciudadanía y opinión, promuevan la valoración positiva de la diversidad cultural y, fortalezca nuestra la identidad nacional.
En suma, el nuevo Ministro o Ministra de Cultura debe enfrentar grandes retos con escaso presupuesto. Requiere fortalecer la institucionalidad del sector, lo que supone contar con mejores y mayores recursos humanos y financieros; y construir una narrativa que elimine la visión política de desdén sobre la cultura demostrando que el Sector es tan importante como el de Educación, salud, o inclusión social.
Lima, 12 de diciembre de 2018