Vargas Llosa y las hogueras imaginarias

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José Carlos Yrigoyen

La ciudad y los perros: biografía de una novela es un libro de consulta obligatorio para todos aquellos que debemos tanto a una ficción que es un clásico de nuestras letras.

Desde la publicación del célebre La invención de una realidad (1970), de José Miguel Oviedo, ha aparecido una multitud de libros sobre la vida y la obra de Mario Vargas Llosa. Esta tendencia se ha acentuado desde que obtuvo el Premio Nobel de Literatura en el 2010. En el Perú se han publicado varios trabajos dedicados a él: valiosas compilaciones como Mario Vargas Llosa y la crítica literaria (2011), de Miguel Ángel Rodríguez, o esfuerzos de arqueología bibliográfica como el recomendable Vargas Llosa, reportero a los 15 años (2015), de Juan Gargurevich, entre otros. Pero, quizá pocos tan rigurosos y necesarios como la reciente entrega del historiador Carlos Aguirre (Talara, 1958): La ciudad y los perros: biografía de una novela.

Aunque el trabajo de Aguirre se presenta bajo un molde académico, eso no significa que estemos ante un texto denso destinado a especialistas. Mientras nos adentramos en sus páginas nos volvemos partícipes de una lectura atractiva hasta lo envolvente, testigos de una historia de la que solo conocíamos una versión oficial, que Aguirre se encarga de cuestionar y desmontar con eficacia y agudeza.

Para redondear esa tarea, Aguirre, a diferencia de muchos expertos en la obra de Vargas Llosa, impugna constantemente muchas de las afirmaciones del escritor y de sus aliados –editores, amigos, familiares– y es muy crítico con los mitos que se han erigido alrededor de su primera novela, aun a costa de poner en duda la monolítica coherencia ética e ideológica con las que el escritor arequipeño gusta identificarse y defender. Un ejemplo de ello es el capítulo dedicado a la censura de la que La ciudad y los perros fue víctima durante el franquismo. Echando mano a material inédito o de difícil acceso, Aguirre demuestra no solo que Vargas Llosa negoció con los inquisidores del Ministerio de Información y Turismo de Manuel Fraga, sino que fue muy cuidadoso en no criticar abiertamente la política censora de la España de los 60 y 70, hasta la caída del régimen. También es acucioso para revelarnos las maniobras de su astuto editor, Carlos Barral, para lograr publicar la novela y hacerle ganar algunos premios consagratorios.

Pero lo más sabroso del libro es la correspondencia de Vargas Llosa con sus amigos en Lima, gracias a la que conocemos los sistemáticos timos del pícaro editor Manuel Scorza, quien publicó la novela en Lima sometiendo al escritor a más de un dolor de cabeza y al que llevó al punto de la imprecación y la amenaza con tal de que le pagara algo de las regalías que le adeudaba. Y de paso asistimos al derrumbe de una célebre leyenda aparentemente ideada por Scorza con evidentes intereses comerciales: la quema de centenares de copias de La ciudad y los perros en el patio principal del colegio Leoncio Prado, como ritual purificador de la honra de la institución. Aguirre documenta además cómo Vargas Llosa se plegó con entusiasmo a validar esa historia, que sostuvo como cierta durante décadas.

La ciudad y los perros: biografía de una novela es un libro de consulta obligatorio para todos aquellos que debemos tanto a una ficción que es un clásico de nuestras letras. También es el preciso retrato de un Vargas Llosa desmitificado, pleno de humanas debilidades e impetuosas reacciones; de ese primer Vargas Llosa, contestatario y rebelde, para quien la literatura era fuego.

FUENTE: PERU21 / Viernes 26 de junio del 2015