Las experiencias personales, académicas y profesionales tienen un gran impacto en la perspectiva que vas formando sobre las situaciones, pensamientos, y procesos. Habiendo experimentado cambios importantes en estos dos últimos años, me di la libertad de ser reflexiva sobre aquellos paradigmas pedagógicos que tenía fijados, pero hoy me libero de alguno de ellos y puedo decir que…”Yo solía pensar así, pero hoy pienso diferente”
En estos últimos años de pandemia y nuevos aprendizajes, leí un libro que particularmente llamó mucho mi atención. “I used to think, but now I think” (en español “Yo solía pensar, pero ahora pienso”) escrita por Elmore en el 2011. El título en realidad nace de un enfoque que busca que los agentes de la comunidad educativa nos demos el espacio para reflexionar sobre cómo nuestras perspectivas van evolucionando en base a nuestras experiencias académicas y profesionales. En el libro, se puede evidenciar como el autor, al asumir un rol diferente en el sistema, cambia la perspectiva que tenía con respecto a la educación; como por ejemplo pensar que los cambios parten de las leyes y las organizaciones para luego darse cuenta de que los cambios nacen, se diseñan y se ejecutan en las personas.
Coincidentemente me asignaron como tarea final de un MOOC, realizar este mismo ejercicio con los cambios de paradigma más significativos en mi crecimiento profesional; hoy quisiera compartir con ustedes algunos de los cambios más importantes provocados por los nuevos aprendizajes de mi nueva maestría en Evaluación de Programas y Mejora de la Investigación en la Universidad de Michigan.
Solía pensar que la investigación no era parte de mis necesidades de aprendizaje como consultora educativa.
Durante el tiempo que fui parte del Ministerio de Educación de Perú, me acostumbré a trabajar con diversos equipos; el pedagógico, el administrativo, el de investigación, etc. Lo que solíamos hacer era complementar la tarea del otro para el diseño e implementación de los programas educativos. Sin embargo, a pesar de que la intención de un trabajo colaborativo era evidente, el producto final no siempre respondía a los intereses comunes, en especial al equipo de investigadores.
Al iniciar el internado en la Universidad de Michigan seguía pensando que esa era la mejor manera de trabajar; es más, fui muy terca al decir que la estadística era innecesaria para mí y mis tareas como consultora. No entendía como términos complicados como regresiones, desviaciones estándar, modelo Logic o Probit podrían sumar a mi crecimiento profesional como consultora educativa. Mis tareas regularmente se basan en diseño instruccional, diseño de programas, currículo y capacitación docente, me preguntaba muchas veces; ¿cómo encaja el recojo de data en estas tareas?
La investigación se apoya en los métodos cualitativos y cuantitativos para recojo de información de los usuarios, de esta manera es viable el diseño de programas enfocados a lo que el “cliente necesita”. Ahora, ustedes se preguntarán ¿cómo estas definiciones se alinean a la educación? Pues nuestros usuarios o clientes pueden ser nuestros docentes, si eres capacitador, o estudiantes, si eres docente.
Fue muy interesante para mí ser consciente que de alguna manera había estado haciendo investigación cuando observaba a mis estudiantes, revisaba sus textos o actuaciones en el aula para ajustar mi sesión o unidad de aprendizaje (allá por el 2015). Recordé también como el British Council a través del programa Champion Teachers fomentó la investigación-acción entre muchos docentes de Chile, Colombia y Perú para mejorar los aprendizajes de los estudiantes y la práctica docente. Por tanto, el recojo de data en los agentes educativos no es ajena a las labores diarias, es una práctica constante y anónima que realizamos sin notar. En ese sentido, la información de nuestros usuarios/estudiantes/docentes es vital para identificar las oportunidades de mejora dentro de los servicios educativos que ofrecemos; esta información nos permite tomar mejores decisiones.
Ahora creo que la investigación es fundamental en el proceso de mejora continua en todos los sectores, más aún en el educativo. Deming decía; “Sin data, eres solo una persona con una opinión”.
Solía pensar que las organizaciones son las que implementan los cambios
Al llevar el Micro Máster en “Liderar la Innovación Educativa y la Mejora” aprendí que las organizaciones per se no diseñan, implementan, ni evalúan un programa – lo hacen las personas. Sí, sé que pensarán que es lógico lo que acabo de mencionar; sin embargo, es un factor importante que solemos pasar por alto. El valor humano de la organización define el desempeño individual y grupal; es más, las interacciones entre los equipos son las que nos llevan al camino del éxito o el fracaso.
Deming, el gurú de la calidad, decía que “cada sistema está perfectamente diseñado para obtener los resultados que obtiene”. Por ejemplo, al diseñar algún cambio educativo es necesario que todo el equipo tenga un pleno entendimiento de los objetivos, la intención, la misión de estos; caso contrario será bastante probable que nos encontremos con una dinámica individualista creada simplemente por no tomar en cuenta este primer nivel de fidelidad, la fidelidad del recurso humano de la organización.
Es interesante ver cómo se suelen crear conflictos al iniciar un nuevo proyecto en nuestra comunidad educativa porque no se consideran los temores, las perdidas, las dudas y los supuestos de las personas que son parte de ese cambio; por ello, las piezas importantes para lograr cambios exitosos son las personas. Confía en compartir el plan con ellos, construye soluciones que apaguen sus temores y así lograrás contar con un equipo que “se comerá el pleito contigo”. Entonces, maestros, diseñen sesiones con sus estudiantes; coordinadores y directores, diseñen estrategias con sus maestros; distritos y regiones, construyan con sus lideres educativos sus planes de acción.
Ahora creo que los cambios son más poderosos si se acompañan de una misión compartida de todo el equipo, y esto, como consecuencia, logra un cambio en la organización.
Solía pensar que al diseñar e implementar un proyecto se debían seguir los planes al pie de la letra.
La evaluación diagnostica ha sido pieza clave al momento de diseñar un proyecto, se recoge información sobre los sujetos, condiciones, y necesidades para iniciar el bosquejo de lo que será la ruta de las estrategias, acciones, presupuesto, personal, etc. Asimismo, la palabra diagnóstico ha estado presente al inicio de nuestras clases; sin embargo, al momento de diseñar las experiencias de aprendizaje hemos comprendido que, a pesar de realizar una evaluación diagnostica, esta interpretación es solo una hipótesis de la realidad que se irá ajustando al progreso, condiciones y contingencias que se susciten durante el aprendizaje. Pues bien, esa misma lógica es la que se aplica también en los proyectos y/o programas.
Los proyectos educativos se inician con un diagnóstico que nos permite armar un bosquejo del proyecto, pero este tendrá que evaluarse constantemente para que se vaya perfeccionado a lo largo del proceso de implementación, solo así el usuario/cliente podrá recibir el mejor beneficio posible de este. Por lo que la educación ha adoptado las metodologías ágiles para la implementación de proyectos y programas; uno de los más conocidos es el Pensamiento de Diseño o Design Thinking, que inclusive está contemplado en el Currículo Nacional 2016 para el área de Educación para el Trabajo. Cabe mencionar, que nuestras experiencias de aprendizaje son proyectos también y que, por ende, también merecen contemplar esta cualidad de flexibilidad y mejora durante su implementación.
La investigación hoy en día contempla también estos ciclos iterativos cortos de evaluación y flexibilidad para la mejora continua; un ejemplo claro de esto es el PDSA o ciclo de Deming. Esta metodología llamada Plan-Do-Study-Act en inglés sugiere planificar, hacer, estudiar (evaluar/analizar) y actuar (tomar decisiones). La evaluación constante de los procesos y el registro organizado de la data hace bastante viable probar que las decisiones que se están tomando son las adecuadas o no; por ello, finalmente en la fase final de Act el ciclo del PDSA te brinda tres (3) opciones; adopta, adapta o descarta.
Ahora creo que los programas y/o proyectos educativos debe permitirse adaptarse y mutar a una mejor versión de sí misma.
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Siempre pensé que los docentes éramos aprendices eternos, y ahora lo reafirmo. Y, en este proceso de curiosidad, aprendizaje y evolución se vale cambiar de opinión. Esta aceptación al cambio no solo promueve la escucha activa y mayor apertura a lo novedoso; sino también te permite reconocerte como aprendiz, persona que ignora, que aprende, desaprende, y vuelve a aprender.
Lima, 18 de enero de 2022