La mirada de una feminista a la película «Mad Max: Fury Road»

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Verónica de Santos

Fui a ver Mad Max: Fury Road, con la calma crítica con la que veo las películas de Marvel o cualquier chick­-flick, productos concebidos con un absurdo sesgo de género, al igual que los rastrillos, las bebidas alcohólicas, el yogurt y hasta los bolígrafos.

O sea, repitiéndome en silencio como un mantra: “no te enojes, no le avientes el refresco a la pantalla, lo mejor que puedes hacer es comentarla después para explicarle a una o dos personas dispuestas a escuchar todo lo que está mal con la película… todo mundo ama los Honest Trailers, ¿no?”.

Porque mi prejuicio, lo admito, era que MMFR sería oooooootra película de acción para machos. Pero estaba equivocada. Así que vengo a hablarles de todo lo que está bien con la película y por qué ese mundo desecado, brutal y cyberpunk me ha traído tantita esperanza en la humanidad.

1. ¿Qué es una mujer?

Aunque no se lo propongan, todas las películas (y todos los videojuegos, todas las novelas, todo eso que se llama cultura, pop or not) responden a esa pregunta. Al mismo tiempo, responden muchas otras, como ¿qué es un hombre?, ¿qué es el mundo?, ¿qué hacemos aquí?, etcétera. Casi nunca lo hacen de manera explícita, sino implícita, a través de cómo son sus personajes, las cosas que pasan y en fin, en todo lo que constituye esa cosa llamada ficción. Y casi nunca el espectador se hace esas preguntas, porque por lo general ya tenemos un conjunto de respuestas bien instaladas en nuestras cabezas.

Por ejemplo, cuando en Avengers: Age of Ultron Black Widow le dice a Hulk que él no es el único monstruo en esa relación, que ella también lo es porque no puede tener hijos. Ni una sola de las personas con quienes comenté la escena alzó ni media ceja, porque en el fondo ellos están de acuerdo: una mujer que no puede tener hijos es un monstruo. O sea, Avengers responde, implícitamente: “Una mujer para ser mujer debe ser madre, al menos en potencia”. Y no olvidemos que para ser madre hay que tener sexo, con un hombre. En otras palabras, Black Widow podrá ser una imparable máquina de matar y la mejor espía rusa post-Guerra Fría, pero a fin de cuentas no es más que su vagina: a quién se le antoja, con quién la usa y si puede expulsar a un humano del tamaño de una sandía por ella. Pregúntenle a Jeremy Renner.

Pero no en MMFR. Ooooooh, no: aquí las mujeres son mujeres porque son personas. No porque estén disponibles para que los espectadores se las cojan en su imaginación. El puñetazo no podía ser más claro: cuando las fugitivas esclavas sexuales de Immortan Joe aparecen por primera vez en la pantalla es porque Mad Max se acerca al camión en busca de un modo de romper la cadena que lo tiene sujeto a Nux, el War Kid que lo ha estado usando como bolsa de sangre para recuperar vitalidad. Al mismo tiempo que yo rolleaba los ojos y suspiraba enfadada, un tipo en la sala se reía como Beavis o Butthead y me imagino que casi casi se limpiaba la baba de ver a cinco mujeres jóvenes y esbeltas apenas cubiertas con vaporosos paños empapándose con una manguera en medio del desierto. Cliché a más no poder. Pero poco le duró la fantasía a ese idiota (y poco me duró el disgusto): en cuestión de minutos ellas lo atacan, Furiosa lo obliga a llevarlas a su destino y pasan de ser rehenes a integrarlo a su misión.

Y eso es sólo el principio de la respuesta. En MMFR las mujeres pueden o no ser madres, eso no importa, lo que importa es su motivación: huir a toda costa de su cautiverio, de su condición de “parideras”, como las llama Immortan Joe, quién las considera de su propiedad. O sea, de un sistema social en el que son reducidas a su sexualidad (¡Furiosa, ven al Hyp3!). Pueden tener ocho meses de embarazo y estar en plenos dolores de parto pero aún así treparán por el exterior de la máquina de guerra en la que huyen, dispararán armas largas y usarán su propio cuerpo como escudo para que Furiosa siga conduciendo. Eso es una mujer, por ejemplo.

2. ¿Max Rockatansky es feminista?

No. Al inicio de la película vemos al protagonista de la saga luchar contra los recuerdos y alucinaciones de su esposa y su hija muertas en un infierno de fierros y combustión sin que él logre salvarlas, mientras es cazado y capturado por una jauría de hombres pintados de blanco que lo tatúan y lo marcan como ganado con un fierro ardiente. Max era un tipo “normal”: él era el núcleo de su familia, el que tenía el poder y la responsabilidad de proteger a “sus” mujeres (como Immortan Joe, si lo piensan un poquito). Por eso se vuelve loco, porque no cumplió con su función de hombre en un sentido que todavía a muchos les parece que es “como debe ser”.

Y a lo largo de la película vemos que el fantasma de su hija lo sigue acosando en momentos clave para su actitud con respecto a estas mujeres y sus decisiones a lo largo de la trama. En principio, parece transferir sus impulsos protectores a ellas en un sentido paternalista. Pero Max cambia. Resulta que el haber colaborado con todas esas mujeres en su propia supervivencia lo ha tocado, aunque sea un poco, y el recuerdo de su hija es literalmente lo que lo empuja a no largarse por su lado, a alcanzarlas en la planicie de sal para convencerlas de volver a la Ciudadela y tomarla. Esto es algo que en verdad ocurre: relacionarse con mujeres en un sentido no­-sexual cambia la percepción que cualquier macho (hasta Ruys, como él mismo ha contado) hacia las mujeres en general, aunque no necesariamente lleguen a considerarlas sus iguales y renuncien a los privilegios de ser el género dominante.

Así que Cabri está equivocado. Aunque Furiosa sea la que lleva el volante de la máquina de guerra, la que encabeza la misión de escape y la que se alza en la Ciudadela al final, si seguimos la noción básica de que el personaje principal de una historia es el que pasa por una transformación, Mad Max sigue siendo el protagonista, porque además deja de ser un nihilista pesimista y deposita su fe en que este puñado de mujeres pueden reconstruir la civilización y rescatar la vida del planeta. Podría decirse en todo caso que hay dos protagonistas, porque sí, Furiosa pasa de ser una guerrera de alto rango renegada a ser la nueva mandamás. Y es maravilloso que la co-protagonista sea una mujer que tiene mejor puntería que Max, ya saben, porque los hombres no son mejores que las mujeres ni siempre ni en todo, tampoco en el arte de la guerra.

En el título ya se hace un guiño al peso narrativo de Furiosa, ¿o a qué creen que se refiere Fury Road? Sólo que no lo sabíamos de antemano. Había habido algunas pistas en las entrevistas que sobre este tema hicieron Rosie Huntington-­Whiteley (Angharad), Charlize Theron (Furiosa), y la activista Eve Ensler, la dramaturga autora de Los monólogos de la vagina, quien pasó una semana con el elenco en Namibia para responder preguntas sobre sus personajes: “¿Cómo sería haber permanecido mucho tiempo en cautiverio como una esclava sexual?, ¿Qué se sentiría estar gestando al hijo de alguien que te violó?, ¿Qué significaría sentirte unida a tu violador a pesar del abuso, debido a que has pasado tanto tiempo con él?, ¿Cómo tu cuerpo es un espacio del cual te desprendes, un paisaje del horror, tras haber sido violada?”

Pero aún así muy pocos se esperaban un guión donde hombres y mujeres comparten el primer plano y la acción. Un guión escrito por tres hombres, por cierto. En resumen, podemos tener esperanza: si un rudo matón solitario que vaga por un inhóspito mundo post-apocalíptico, carcomido por su fracaso como macho proveedor y protector, puede convertirse en el colaborador de una cruzada femenina por la liberación y hasta plantar en ellas la idea de alzarse en el poder, entonces este blog puede publicar un post feminista (¡yay!).

3. ¿Entonces se pueden hacer películas de acción feministas?

Esta pregunta va con pedrada para Marvel, cuyas franquicias dominan buena parte de la cultura popular (¡y este blog!) en la actualidad. Y también para DC, con su frívola Supergirl. Como si la saga de Kill Bill no fuera suficiente prueba, MMFR reitera la respuesta, por demás evidente: Sí. Claro. Por supuesto. Y NOS URGEN.

Nos urgen porque así como es notorio que las películas de Marvel funcionan para crear chicas geeks que se declaran fans de los superhéroes solo para ajustarse al sueño húmedo de ciertos hombres (aka. “cool girls”. Véase Gone Girl), MMFR es igualmente efectiva para crear chicas que luchen por su dignidad.

Y por eso un montón de hombres aferrados a una nefasta noción de masculinidad dominante han llamado a boicotear esta película, sin haberla visto siquiera. ¿Sus motivos? Que en el trailer el personaje “imposible y forzado” de Theron “habla demasiado” y “le ladra órdenes a Mad Max”, que es un “caballo de troya” para “insistir en que las mujeres son iguales al hombre en todo, incluyendo su psique, fuerza y lógica”. Y tienen razón. Porque lo somos. Pero MMFR es igualmente consciente de las diferencias, como ya expliqué sobre su abordaje de la maternidad y la violencia contra las mujeres fruto de su sexualización y objetualización.

De hecho su mayor logro no es mostrar personajes femeninos fuertes, complejos y que llegan a obtener el poder. Su mayor logro es NO caer en el radicalismo burdo. Casi me desilusioné cuando aparecieron las ancianas badass que son lo único que queda de El Lugar Verde, el paradisíaco poblado fértil y matriarcal donde había nacido Furiosa. Pensé: “Ay, no, ahora resulta que todo esto nada más para encontrar a unas amazonas mata-hombres”. Pero no: porque el feminismo no propone invertir la jerarquía y subyugar a los hombres. El feminismo propone un equilibro necesario entre igualdad, equidad y diferencia. La sociedad está compuesta de ambos, hombres y mujeres (y muchos gender-benders); lo que vemos en MMFR es a unos y otros colaborando hombro a hombro con un fin común. Y eso es justo lo que necesitamos.

FUENTE: EL HYP3 / 19/05/2015