Edición 87

«Queremos educación cívica»

“Queremos educación cívica”: es lo que algunos ciudadanos, funcionarios, padres, madres, docentes, piden, pero ¿qué hay detrás?

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Como todo pedido, el pedido de un curso de educación cívica responde a un problema, a una necesidad y a una imagen de ruta de solución.

Y justamente allí está el problema. Cuando preguntamos por el problema, las respuestas son muy variadas: “los jóvenes no respetan” (me pregunto si todos los adultos respetan); “hemos perdido valores” (no especificamos cuáles); “antes era mejor” (pero como suelo decir, no creo haber podido vivir feliz a inicios del siglo XX sin casi ningún derecho como mujer); “hay corrupción” (ya el libro de Quiroz nos hablaba de la larga historia de corrupción en nuestro amado Perú); “no se cumplen las leyes”, y un largo etcétera. Otros amplían las respuestas, “no sabemos convivir; hay mucha violencia”, “no resolvemos la larga historia de exclusión”, “los conflictos se resuelven a gritos, cuchillos o balas”, “no rendimos cuentas, ni sabemos pedirlas”, “no nos involucramos con los problemas del país”, “la deliberación democrática es inexistente”. Además, documentos oficiales del Estado, como el Proyecto Educativo Nacional al 2036 o el Currículo Nacional plantean también su perspectiva sobre el o los problemas.

Cuando pedimos “Educación cívica”, ¿qué asumimos? ¿Qué el currículo no se ocupa de la dimensión ciudadana, de la dimensión cívica, de la dimensión social?

En esa línea, sostengo que lo que tenemos, en lo que todos debemos estar claros, es que el currículo es una apuesta política (aunque algunos lo nieguen). Es la apuesta política de un Estado, no de los gobiernos, no de los partidos. Entonces, antes de plantear esto o aquello, lo importante es estar claros en cuál es esa apuesta política. El currículo nacional es claro en sus apuestas, se ven en los enfoques transversales, la columna vertebral del currículo: impregnan los rasgos del perfil, las competencias y son la base de la construcción curricular (CNEB 2016). En síntesis, lo que queremos que impregne los rasgos del perfil de nuestros y nuestras estudiantes es la vigencia de los derechos (con toda su complejidad), la inclusión, la igualdad de género, la interculturalidad, la sostenibilidad del ambiente, el bien común (tan lejano de nuestros corazones en estos días) y la excelencia.

El currículo tiene un área en secundaria que menciona explícitamente la cívica: «Desarrollo Personal, Ciudadanía y Cívica». La competencia vinculada al ejercicio ciudadano –Convive y participa democráticamente– está presente en el currículo desde el primer ciclo de la Educación básica. El nivel de logro a alcanzar al final del nivel Inicial es:

Convive y participa democráticamente cuando interactúa de manera respetuosa con sus compañeros desde su propia iniciativa, cumple con sus deberes y se interesa por conocer más sobre las diferentes costumbres y características de las personas de su entorno inmediato. Participa y propone acuerdos y normas de convivencia para el bien común. Realiza acciones con otros para el buen uso de los espacios, materiales y recursos comunes (CNEB, 2016. P. 107).

El nivel de logro a alcanzar al final de la secundaria es:

Convive y participa democráticamente, relacionándose con los demás, respetando las diferencias y promoviendo los derechos de todos, así como cumpliendo sus deberes y evaluando sus consecuencias. Se relaciona con personas de diferentes culturas respetando sus costumbres y creencias. Evalúa y propone normas para la convivencia social basadas en los principios democráticos y en la legislación vigente. Utiliza estrategias de negociación y diálogo para el manejo de conflictos. Asume deberes en la organización y ejecución de acciones colectivas para promover sus derechos y deberes frente a situaciones que involucran a su comunidad. Delibera sobre asuntos públicos con argumentos basados en fuentes confiables, los principios democráticos y la institucionalidad, y aporta a la construcción de consensos. Rechaza posiciones que legitiman la violencia o la vulneración de derechos (CNEB, 2016. P. 107)

Además de esto, todos los que estamos vinculados al mundo de la educación en el Perú sabemos que uno de los aprendizajes del perfil se refiere al ejercicio ciudadano:

El estudiante actúa en la sociedad promoviendo la democracia como forma de gobierno y como un modo de convivencia social; también, la defensa y el respeto a los derechos humanos y deberes ciudadanos. Reflexiona críticamente sobre el rol que cumple cada persona en la sociedad y aplica en su vida los conocimientos vinculados al civismo, referidos al funcionamiento de las instituciones, las leyes y los procedimientos de la vida política. Analiza procesos históricos, económicos, ambientales y geográficos que le permiten comprender y explicar el contexto en el que vive y ejercer una ciudadanía informada. Interactúa de manera ética, empática, asertiva y tolerante. Colabora con los otros en función de objetivos comunes, regulando sus emociones y comportamientos, siendo consciente de las consecuencias de su comportamiento en los demás y en la naturaleza” (CNEB, 2016. P. 14. Los subrayados son nuestros)

Y no solo eso, quizá más importante es señalar que la presentación de los 11 aprendizaje tiene como preámbulo esta gran apuesta para la formación de nuestros hijos e hijas:

Se espera que desde el inicio de la escolaridad y de manera progresiva durante toda la Educación Básica, según las características de los estudiantes, así como de sus intereses y aptitudes particulares, se desarrollen y pongan en práctica los aprendizajes del perfil, en diversas situaciones vinculadas a las prácticas sociales. Así, al final de la Educación Básica, los estudiantes peruanos deberían ejercer sus derechos y deberes ciudadanos con sentido ético, valorando la diversidad a partir del diálogo intercultural, de modo que puedan contribuir activamente, de manera individual y colectiva, en el desarrollo sostenible de la sociedad peruana en un contexto democrático. (CNEB, 2016. P. 13)

Podemos estar de acuerdo con los planteamientos, disentir mucho o ligeramente con ellos, pero si queremos deliberar informadamente (así como el currículo actual pide a los y las estudiantes del país) tenemos la responsabilidad de conocer a profundidad nuestros instrumentos de política educativa, desde allí regresar a la base de la política curricular y estar claros si el problema es que no hay cívica, no hay ciudadanía, o es que no estoy o no estamos de acuerdo con el tipo de ejercicio ciudadano por el que se apuesta. En el fondo significaría que no estamos de acuerdo con la sociedad que queremos forjar.  ¿En qué estamos de acuerdo y en qué no? ¿En los derechos humanos que se plantean incluso en nuestra Constitución y en la ley de educación?  ¿En el capítulo 1 de nuestra constitución Derechos fundamentales de la persona? ¿En la interculturalidad? ¿En el que nuestros estudiantes desarrollen su competencia de participar y deliberar? Pongamos de acuerdo en eso, aunque sea tarea difícil (espero no imposible) en estos días.

Luego de eso, dejemos a pedagogos, docentes, psicólogos y todo aquel o aquella que le interesa ese fascinante mundo del aprendizaje y desarrollo de competencias, el cómo lograrlo. Pero esa reflexión será parte de un siguiente artículo.

Lima,

Lilia Calmet Bohme
Directora ejecutiva de Calidad Educativa en Fundación Wiese. Ha sido asesora de la Dirección de Evaluación Docente y de la Dirección de Educación Básica Regular (Ministerio de Educación del Perú). Es especialista en Educación escolar, tanto a nivel de gestión pública como privada. Experiencia en docencia, diseño curricular, didáctica, operativización de temas trasversales, materiales educativos y capacitación docente.